Reseña

Esta proposición plástica se basa en los acontecimientos que suceden en la vida, sensaciones, críticas, placeres, observaciones, intromisiones. Observar situaciones que ocurren en la cotidianidad, pensarlas, elaborarlas, cambiarlas, adecuarlas, imaginarlas y luego plasmarlas en una tela.

 

La actuación es constante, permanente, jamás termina cada instante de nuestras vidas es parte de una obra teatral, aprendemos desde chicos a “montar obras”.

 

Al levantarnos cada mañana, nos miramos al espejo, nos maquillamos, nos peinamos, en resumen nos preparamos y salimos a ejecutar nuestra obra diaria. Quizás, consciente o inconscientemente, queremos que sea buena, que nos vean bien, que digamos lo justo, lo que los otros quieren escuchar. Salirse del libreto puede ser considerado “anormal”, por lo tanto, peligroso. Estamos condicionados con lo que nos rodea, las obras son simultaneas todos estamos participando de alguna forma en una obra y así se forma la obra colectiva.

 

La observación como práctica constante en lugares públicos enriquece las posibilidades que las ideas surjan al momento de plasmarlas en la tela. Personas en un café o en un restaurant, en una rutina constante, al sentirse observados, su dinámica no siempre es natural, sus movimientos, sus miradas etc.

 

La figura humana es fundamental, nunca está ausente, la expresión, los gestos, los movimientos, son los dueños del relato. Las proporciones no son importantes, las figuras se exageran, se distorsionan. La asimetría de sus extremidades, es a veces necesaria, para acentuar o minimizar algún aspecto importante del relato. Cabezas grandes, piernas cortas, manos pequeñas, orejas a la altura de la frente etc., todo aquello se hace necesario, indispensable.

 

La utilización de “telones” que cuelgan se debe a la conexión con los espacios en que habitamos, se mueven, se intercalan, se cambian. Son los escenarios que disponemos para montar la obra. Siempre estamos en escenarios armados por nosotros o por otros y dentro de ellos tenemos la ilusión de sentirnos protegidos. Por esta razón los “telones” están sostenidos por ganchos, argollas, barras, que afirman la escenografía, le dan seguridad, nada puede caerse. A veces el telón tiene colores cálidos, como el rojo, que acoge, que contiene y a veces son grises que asemejan al metal, busco a propósito la sensación de lo frío, de lo duro, de lo indestructible, pero con movilidad, los escenarios en que la vida transcurre se mueven, fluyen, no están inmóviles.